La mujer es madre, forjadora de vida. Ya ese resulta ser un argumento fundamental
para celebrarla. La tierra es femenina, es una matriz en perpetuo pacto. En
muchas culturas los dioses son hembras guerreras, sensuales y poderosas. El
propio cristianismo tiene a María, madre de Jesús, y la propia historia de los
pueblos contiene a mujeres paridoras de héroes y de mártires. Por eso esté día
celebra la fe a esa criatura tan especial que tiene el don de multiplicar al
hombre. Estamos tan acostumbrados a convivir con los milagros nos hemos vuelto
muy indiferentes, y sin embargo no existe milagro más hermoso y reconfortante
que el milagro de la maternidad.
La mujer, además de madre, ha sido guerrillera,
escritora, científica, ha muerto por causas nobles y tiene una historia propia
de heroísmo y sabiduría.
En este 8 de marzo les envío mi humilde palabra. Yo estoy
orgullosa de ser mujer, y las invito a ese orgullo, no importa cómo ni a quien
amen. Recuerden que haber nacido mujer es un don y no una desdicha como enseñan
algunas tradiciones que la discriminan. Cuando algo malo nos sucede, cuando
estamos en peligro, cuando caemos enfermas y, a veces, cuando deliramos, es la
palabra MADRE la que pronunciamos; pero también cuando nos sentimos hondamente
felices. Y es que yo creo que el amor de una mujer no sabe encontrar fronteras,
y por eso su caridad roza con lo santo. Celebremos nuestro día, porque durante
todo el año nosotras devolvemos ese amor al mundo.
Carilda Oliver Labra
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